La hipertensión es una enfermedad muy frecuente. En esta página encontrarás información resumida sobre los aspectos principales que tienes que conocer si tienes (o vives con alguien que tenga) hipertensión.
El diagnóstico de hipertensión se hace cuando las cifras de presión arterial exceden los 130/80mmHg.
Para que esto se cumpla, las mediciones deben ser al menos 2, en días diferentes, y en condiciones cotidianas y controladas (pej: no cuenta si estas mediciones fueron en medio de una cirugía, o jugando a un deporte intenso).
Cuando existen dudas, una buena forma de aclarar si existe hipertensión es realizando un MAPA.
La hipertensión es una enfermedad crónica (a largo plazo) y degenerativa (que empeora con el tiempo). Hoy se conoce muy bien que tener la presión arterial alta por mucho tiempo (meses, años o décadas) tiene secuelas importantes a la salud. Estas secuelas incluyen:
A través de múltiples mecanismos, tener la presión alta hace más posible que las personas padezcan un infarto, tengan un evento vascular cerebral, insuficiencia renal o insuficiencia cardiaca.
Por tanto, el principal objetivo de mantener la presión controlada es evitar estas secuelas.
Si bien algunas personas pueden padecer síntomas cuando la presión arterial se encuentra alta (dolor de cabeza, ansiedad, falta de aire, taquicardia, etc), la realidad es que la mayoría de los individuos no muestran síntomas cuando la presión arterial está descontrolada.
Es muy importante reconocer que NO ES POSIBLE saber si la presión arterial está alta en base a síntomas. Es necesario monitorizar la presión arterial con frecuencia, ya sea con un aparato portatil en casa, en el consultorio o con un MAPA.
Cuando alguien padece hipertensión, es necesario conocer algunos parámetros sobre su salud en en general como pruebas generales de función de riñones, hígado, un perfil de colesterol y lípidos, un electrocardiograma y una prueba de orina. En algunos casos será necesario realizar un ecocardiograma, un monitoreo de la presión arterial (MAPA) u otros estudios especializados. La frecuencia e interpretación de estos estudios los decidirá tu médico en cada consulta.
En general, la mayoría de los pacientes requiere la combinación de dos tipos de estrategias:
1) Cambios en el estilo de vida. Necesitaremos modificar tu dieta, tu consumo de sal, tu actividad física diaria, el tipo y frecuencia de ejercicio que realizas, entre otras cosas.
2) Uno o más medicamentos. La mayoría de los pacientes con presión arterial alta necesitarán uno o más medicamentos para controlar su presión arterial. Estos medicamentos no solo disminuyen la presión, si no que también disminuyen sustancialmente la posibilidad de tener complicaciones de hipertensión a largo plazo.
Además será necesario monitorizar cúal es el resultado de estos tratamientos sobre tu presión arterial y tratar otras condiciones que en conjunto incrementan la posibilidad de problemas del corazón (riesgo cardiovascular) como son el colesterol alto o la diabetes.
Esto dependerá del grado de control alcanzado, de tu respuesta al tratamiento, de la presencia de otras condiciones a tratar y de la necesidad de revisar estudios clínicos. En lo general, un paciente con hipertensión debe visitar a su médico como mínimo 2 a 3 veces al año y monitorizar (en casa) sus niveles de presión arterial al menos 2-4 veces al mes (cuando ya se ha alcanzado un grado "estable" de control).
Las causas son muchas y simultaneas, en la mayoría de los casos, e incluyen una predisposición genética (antecedentes familiares), el exceso en el consumo de sal y alimentos ultraprocesados, la falta de actividad física, el estrés, la exposición a contaminantes (ambientales y auditivos), el envejecimiento, el sobrepeso/obesidad, entre otras.
La hipertensión no es siempre heredable: un estilo de vida saludable que evita las condiciones antes mencionadas puede disminuir el riesgo sustancialmente, aún en personas con una fuerte historia familiar. Igualmente, la historia familiar no es mandatoria y hay pacientes quienes son el primer caso en la familia.
La hipertensión es una enfermedad clasificada como crónica y degenerativa. En la mayoría de las personas tendrá un curso progresivo que puede ser controlada, pero no "curada". En general, será necesario tomar medicamentos para la presión arterial a largo plazo (en ocasiones de por vida).
Sin embargo, esto es muy dependiente de lo intenso y sostenido que sean los cambios en el estilo de vida. La reducción de peso (especialmente si existe sobrepeso y obesidad), la disminución en el consumo de sal, la reducción en la grasa corporal, el incorporar actividad física y ganancia en % de músculo, el cambio en la dieta y la reducción del estrés pueden todos tener un efecto benéfico sobre la presión arterial. Estos cambios tienen que ser sostenidos, simultáneos y significativos, por lo que en muchos casos optaremos por dar tratamiento con medicamentos desde el inicio y trabajar a largo plazo para modificar las otras variables.
Hay casos de éxito, especialmente en pacientes jóvenes, en donde los cambios en estilo de vida y dieta llevan a la suspensión de medicamentos a largo plazo. Por eso trabajaremos fuertemente en conjunto con nutrición, kinesología (entrenador físico) y otras especialidades médicas para controlar tu presión arterial con otros métodos.
Si bien el consejo nutricional y un programa estructurado de actividad física deben ser parte del plan de tratamiento de todos los pacientes con hipertensión, a grosso modo podemos decir que dos tipos de dietas han demostrado ser efectivas en reducir la presión arterial:
Dieta DASH: la dieta DASH es baja en sal y alta en frutas, vegetales, granos integrales, lácteos bajos en grasas y proteínas magras. DASH corresponde a las siglas en inglés de Enfoques Alimentarios para Detener la Hipertensión (Dietary Approaches to Stop Hypertension).
Dieta mediterránea: La dieta mediterránea se basa en los vegetales e incorpora los sabores y métodos de cocina tradicionales de la región (Grecia, Italia y otros paises que rodean el mediterráneo). Varios estudios confirman que la dieta mediterránea ayuda a prevenir las enfermedades cardíacas y los accidentes cerebrovasculares.
En cuanto al ejercicio, en general una combinación de ejercicio de resistencia (ligas, ejercicio con propio peso, gimnasio) y ejercicio cardiovascular (trote, caminata, natación, bicicleta) es excelente para la presión arterial.
Ambos aspectos, dieta y ejercicio, deben ser prescritos por un profesional especializado (nutriólog@ y rehabilitador@ fisico) y estos serán parte del plan de tu consulta médica.
No hay una receta de cocina. Hoy los medicamentos para la presión arterial deben ser elegidos por tu médico en función de una multitud de variables: tu edad, perfil, otras enfermedades, historia médica. Lo que es un hecho es que optaremos por píldoras que combinen diferentes sustancias en la misma tableta, y que sean tomadas solamente una vez al día (tratamientos basados en píldoras a dosificación fija).
En general, mantener la presión arterial por debajo de 140/90mmHg es un buen punto de partida. Sin embargo, hay grupos de pacientes en donde tener metas más estrictas (por ejemplo, 120/80mmHg) o más laxas (150/90mmHg) es lo indicado. Durante la consulta discutiremos tu nivel individual de presión arterial objetivo.
Cifras de >180/110mmHg traducen un importante descontrol y será necesario consultar a tu médico. Elevaciones extremas de la presión arterial (>220/120mmHg) o elevaciones graves asociadas a síntomas (dificultad para respirar, desmayos, parálisis de alguna parte del cuerpo, o dolor en el pecho o espalda) podrían requerir tratamiento dentro del hospital. Esto es muy infrecuente.
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